¿CON QUÉ FRECUENCIA ABRAZAS A TU NIÑO INTERIOR?

A menudo  escuchamos decir que todos  en el fondo somos niños. A muchos no les gusta  esta idea porque de alguna forma aparecen sensaciones de  vulnerabilidad y fragilidad.

 Pero quiero decirte que es a través de nuestro niño interior que es posible conectar con los dones, esos que nos  fueron entregados antes de llegar a este planeta.

Durante nuestra infancia  nos permitimos ser creativos, dicharacheros, líderes, juguetones, sociables, amorosos, compincheros, seguros, tranquilos, amistosos, actuábamos  con ímpetu, no había  preocupación por la crítica; lográbamos  una conexión muy rápida con la felicidad;  reclamábamos  lo que era nuestro.

Son tantas y tantas las características de nuestro niño interior, que en este momento es pertinente preguntarnos:

¿Cuántas de estas características aún conservamos? ¿Cuántas dejamos en cada paso y etapa de nuestra vida, y ahora quisiéramos recuperar?

¿Cómo observamos las fotos de nuestra niñez?, o ¿cómo recordamos esta primera etapa de nuestras vidas?, ¿con amor y ternura o tristeza y dolor?

Nos  hemos preguntado ¿por qué sentimos esa emoción?  

Abraza ese niño interior, que puede hoy estar triste, desolado, angustiado o temeroso. 

Ábrete a sanar sus tropiezos, su llanto, su miedo.

Declara: Abrazo con paciencia y amor a mi niño interior, es mi decisión recuperar los dones que olvidé en el camino que he recorrido.

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